Despedida de 2º de Bachillerato. Mayo de 2018.

María Pámpano Martín. 2º de Bachillerato.

Parece que las despedidas son siempre un tema tabú. Cuando llega la hora del adiós, son frecuentes las sonrisas forzadas, los «¡Que no! Que nos veremos…»,  o el tan repetido «no es un adiós, es un hasta pronto». Miles de fórmulas parecidas que vienen a encubrir lo mismo: el hueco que nos deja separarnos de quienes queremos. Nietzsche nos acusaría de cobardes por no «amar la vida»; yo aquí ese amor lo interpreto como el no disfrutar de la dulzura amarga que tienen los adioses. La parte amarga la entendemos todos; la parte dulce quizá requiera un poco más de reflexión. No hay nada malo en despedirse, si en el recuerdo lo que queda es un amor tan grande, que podríamos echárselo a Nietzsche en cara: «toma, ahí tienes» el amor a la tremenda ilusión con la que hemos vivido todos los momentos que el instituto nos ha brindado, el amor a las personas magníficas que nos han marcado y nos han visto (nos han hecho) crecer. Bachillerato en el Norba es una experiencia que bien merece un texto aparte; en estas líneas me conformo con llamar a la despenalización de las despedidas, a celebrar lo vivido. Quizás sí que sea un adiós, pero si recurro de nuevo a Nietzsche, ¿qué sentido tiene planteárselo? Las personas nunca nos separamos del todo, porque vivimos en el recuerdo. Yo soy yo, y todas las personas que han convivido conmigo. Por eso, decid adiós tranquilos, sin palabras de consuelo: porque sabéis que estamos unidos por un vínculo más fuerte que la palabra «adiós». Gracias, y… Adiós, Instituto.

GALERÍA DE IMÁGENES DEL ACTO DE DESPEDIDA DE 2º DE BACHILLERATO.